Hace años, sin darme cuenta, se me borró del tiempo lo importante: se me olvidó cómo invertir en compartir.
Desde la comodidad de mi casa, yo mandaba todo lo que pensaba que viajaba bien: mini galletas, brownies...y hasta sopa de tomate. Los regalos portería a portería eran mi manera de acompañar.
Un día, cuando me encontré aguantando, sola, y en dolor, entendí que la compañía no viaja bien a domicilio.
Nunca sé que regalar de cumpleaños, o día del padre. Pensar en la ocasión, honestamente se hace tarea.
Lo que definitivamente no es tarea, es recordar cuando cada día, a las 3:00 en punto, yo salía del colegio y recorriendo con los ojos la fila larga de carros, encontraba por fin las gafas pacientes de mi papá buscándome también.
No es tarea reconfortarme en la vez que me escuchó cuando hice la peor embarrada de mi vida en el trabajo, y riéndose me dijo, "vos no sos mala persona".
O cuando con tanta calma me acompañó en cirugía, y haciéndose amigo de todos los doctores, hizo que se me hiciera chiquito el dolor.
Y mi parte favorita de mi papá: encontrar su espalda en el jardín, cuidando todo lo que no habla, organizando el bambú como si fuera una biblioteca.
La semana pasada me invitaron a participar en una vaca para regalarle plata a mi papá. Decidí revisar mis finanzas y finalmente, pasar.
Mi economía me dijo que lo sabio era invertir en una mesa:
Compartimos una mesa de seis que tuvo la fortuna de recordar a sus amigos de Nueva York, lo cálido que se sentía ser recibido por ellos para cenar.
Celebramos la vida de un gran amigo que ya no está presente, y abrazamos un montón de emociones que, definitivamente no caben en la maleta de un Rappi.
El vino, de la misma manera, no viaja bien: la botella necesita que la lleven, acompañada de un abrazo bien debido.
Para agregar vida a los años: escuchar una historia larga, se acompaña con copa en mano, (como prueba del tiempo que se va a dedicar), y la atención puesta en el corazón del otro.
Los 70 de mi papá se disfrutaron mucho el postre y el cafecito. Yo, nos regalé tiempo para lo importante: sin saber que regalar, pero abriendo el regalo juntos.